Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

domingo, 21 de abril de 2013

Un poema de Francisco de Quevedo


A UN JUEZ MERCADERÍA

SONETO

Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!, 
menos bien las estudias que las vendes; 
lo que te compran solamente entiendes; 
más que Jasón te agrada el Vellocino. 

El humano derecho y el divino, 
cuando los interpretas, los ofendes, 
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno. 

No sabes escuchar ruegos baratos, 
y sólo quien te da te quita dudas; 
no te gobiernan textos, sino tratos. 

Pues que de intento y de interés no mudas, 
o lávate las manos con Pilatos, 
o, con la bolsa, ahórcate con Judas. 

[Parnaso, 112, a]

- . - . -

Francisco de Quevedo: Poesía original completa. Edición, introducción y notas de José Manuel Blecua, catedrático de la Universidad de Barcelona. Editorial Planeta. Barcelona (España), 1996. Pág. 94.

2 comentarios:

  1. los grandes tópicos no pasan de moda... ni de modo! Tristemente, en este casso. Ojalá la injusticia fuera un tema viejo!!

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