Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

jueves, 31 de marzo de 2016

Un poema de Francisco Brines


MADRIGAL CON EPIGRAMA 

Te alejas, ríes. Me preguntas 
lo que daría yo por tener hoy tus años. 

Mira, muchacho, aquello que está hecho 
ya no se puede deshacer. 
Mas dime, ¿qué darías 
por saber, con certeza, 
que habrá de ser el tiempo 
benigno para ti, 
y llegar tu a mi edad? 

Verías a un muchacho malicioso 
que ríe al preguntarte si le envidias 
los años tan hermosos que él te ofrece. 

- . - . - 

FRANCISCO BRINES. En El grupo poético de los años 50. Una Antología por Juan García Hortelano. Taurus. Madrid, primera edición 1978, reimpresión de 1983. Pág. 240. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Dos poemas de Domingo López Humanes

 
Domingo López Humanes




ESTADO DE EXCEPCIÓN

A veces
- muy de tarde en tarde -
la dicha le visita de improviso
se queda un rato
deambula
mira los libros
y se va
no sin antes advertirle
- apuntándole con un dedo -
que no se haga ilusiones
por el simple hecho
de haber escrito
otro poema

                                    <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*>

DESPUÉS DE TODO

Y sonrió pensando
que las manos vacías valieron
para llenarlas de senos,
de puños en la lucha,
de vasos fraternos de vino,
de otras manos
igualmente encallecidas
y para aplaudir por supuesto
cuando ganaba a veces
el Depor. 

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Domingo López Humanes.http://revista.escaner.cl/node/327 http://www.elfantasmadelaglorieta.com/15_domingo_lopez.htm

Un poema de Cintio Vitier


LA VOZ ARRASADORA 

Ésta es la voz de un contemplativo, no de un hombre de acción. 
Ambas razas, las únicas que realmente existen, se miran con recelo. 
Es verdad que ha habido gloriosas excepciones, aunque bien mirados los rostros, bien oídas las voces, 
la sagrada diferencia se mantiene, y aún se torna trágica. 
Pero el contemplativo entiende y muchas veces ama el rayo de la acción. Casi nunca lo contrario ocurre. 
Ésta es la voz absorta de un oscuro, de un oculto, que ha tenido peregrinas ambiciones. 
Enumerarlas sería realizar un inventario del delirio. 
Baste decir que ha querido romper los límites del fuego en las palabras 
y ha vuelto al círculo del hogar con un puñado de cenizas. 
No, sin duda no lo comprenderéis, salvo los que sois del indecible oficio. 
Se entiende a un pescador, a un viajante, a un maestro, a un asesino. 
Estos hombres se alimentan de lo que hacen; hasta sus sueños y sus fantasmagorías son quehaceres, hechos. 
¿Cómo entender a uno que no ha poseído nunca nada; que no ha tocado una cosa desnuda de alusión; 
que sólo vive y muere en el mundo de lo otro, en el inalcanzable reino de las transposiciones: 
a uno que, de pronto, necesita escribir, como se necesita la comida o la mujer? 
Su suerte es dura, extraña, también irrenunciable. Y sin embargo, o por lo mismo, ya no me preguntéis, 
cada vez que oye la voz arrasadora de la vida, arroja su fantástico tesoro 
y sale cantando y llorando y resplandeciendo, y va silencioso a ocupar el puesto que le asignan. 

Marzo de 1960

- . - . - 

CINTIO VITIER. En Los poetas de Orígenes, selección, prólogo, bibliografía y notas de José Luis Arcos. FCE. México, D. F., 2002. Pág. 336. 

martes, 22 de marzo de 2016

Un poema de Francisco Madariaga.

http://franciscomadariaga.blogspot.com.ar/
Francisco Madariaga


DONCELLA BRUJA

Seres adoradores del centro de la tierra, del cuerpo de la tierra, de los follajes de la tierra.

Tierra sentada junto a mi con miembros de doncella bruja trabada de cabellos-terrores del amor;
quiere ella que le aten los sexos vivos de sus hombres
de plata o de diamante, de rayos o de espumas.

Sus hombres de celo de flores de locura de pájaros, de intenciones rojas negras de pájaros.

¿Sus rodillas?: con la maldad del aceite del todos los colores.

Rodillas que se doblan porque su corazón-sexo
hierve aquí mas que en cualquier
  Continente.

 
                                                                    <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*>

 FRANCISCO MADARIAGA. Antología poética. Fondo Nacional de las Artes. Buenos Aires (Argentina). 1996.
 

domingo, 20 de marzo de 2016

Dos poemas de Felipe Aldana


 
Felipe Aldana


hay que matar al tirano 
le dijeron

apareció al otro día
con el costado enrojecido

he comenzado
contestó
matándolo dentro de mí mismo



   <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*>


en un país donde el otoño 
se daba la mano
con la primavera

tenía el lenguaje húmedo
como una caricia
y la paz del alma
como una moneda de plata
en la palma de la mano
 



Aldana, Felipe. Felipe Aldana: obra poética y otros textos. Editorial Municipal de Rosario. Rosario, Argentina. 2001


 

viernes, 18 de marzo de 2016

Un poema de Jorge Leónidas Escudero

Jorge Leónidas Escudero




 

 LOS MUCHACHOS

A la mesa del bar van tres amigos
todos los días para ver
extinguirse la mañana. 
Hablan de que el río poco agua este año.
Ya ellos qué, pero discuten
como si poseyeran grandes cultivos. 
¿Y la política?
¡Ha de los ladrones!  dice alguno
y a otro le viene a la memoria
el robo lejano de su bicicleta.
La plata ya no alcanza para nada se quejan
y arremeten contra la juventud
a la que consideran hoy pervertida. 
Pagan de a cada uno el habido
consumo individual y se alejan después con
me duele un pie, esto es artritis, gastritis
me produce el café. 
Y el mozo del bar con mirada aburrida
los ve irse a mansalva con cara de inocentes
cuando es público y notorio que están confabulados
y otra vez han asesinado a la mañana.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Un poema de Hugo Mujica.

Hugo Mujica.

 

Hay perros que mueren de la muerte de su amo

Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
que no se agitan,
                        tiemblan.
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
           de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen,
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
                   donde morir de carne,
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño. 

Un poema de Elena Anníbali

Elena Anníbali

EL TELÉFONO 

desde alguna ciudad han llamado los otros 
los que por alguna razón están afuera 

ignoramos lo que eso signifique 

pueden estar, quizá, retozando 
de felicidad 
--el pulso candoroso-- 
amando o dejándose amar 
por extraños 

pueden, también, 
estar caminando, aún, 
sobre el áspero desierto 
de sus alucinaciones 

han llamado 

y hemos ido, vehementes, 
a levantar 
el rojo auricular que creíamos muerto 

y no hemos entendido nada: 

un idioma extranjero 
tal vez 
la interferencia del viento 
entre un balbuceo y otro 
una falla mecánica 

la lengua que nos hermanaba 
ha caído, rota, 
como un vaso en el piso 
y es inútil reconstruirla 

¿qué decían, aquellos? 
¿sigan la línea del lago 
hacia el Sur
¿nos pedían esperarlos? 
¿o el mensaje era 
permanezcan allí 
que la zona es infinita 
e inusual su infierno, 
y triste

- . - . - 

ELENA ANNÍBALI.  La casa de la niebla. Ediciones del Dock. Colección Pez náufrago. Buenos Aires, 2015. Pp. 34-35. 


martes, 15 de marzo de 2016

Un poema de Mario Benedetti

Mario Benedetti

SER Y ESTAR 

Oh marine 
oh boy 
una de tus dificultades consiste en que no sabes 
distinguir el ser del estar 
para ti todo es to be 

así que probemos a aclarar las cosas 

por ejemplo 
una mujer es buena 
cuando entona desafinadamente los salmos 

y cada dos años cambia el refrigerador 
y envía mensualmente su perro al analista 
y sólo enfrenta el sexo los sábados de noche 

en cambio una mujer está buena 
cuando la miras y pones los perplejos ojos en blanco 

y la imaginas y la imaginas y la imaginas 
y hasta crees que tomando un martini te vendrá el coraje 
pero ni así 

por ejemplo 
un hombre es listo 
cuando obtiene millones por teléfono 
y evade la conciencia y los impuestos 
y abre una buena póliza de seguros 
a cobrar cuando llegue a sus setenta 
y sea el momento de viajar en excursión a capri y a paris 
y consiga violar a la gioconda en pleno louvre 
/ con la vertiginosa polaroid 

en cambio 
un hombre está listo 
cuando ustedes 
oh marine 
oh boy 
aparecen en el horizonte 
para inyectarle democracia. 

- . - . - 

MARIO BENEDETTI. Inventario. Poesía completa (1950-1985). Editorial Nuerva Imagen. Primera ed. en Montevideo, 1963. Séptima ed. en Argentina, 1990. Pp. 378-379. 


lunes, 14 de marzo de 2016

Un poema de Alberto Girri.

Alberto Girri
                  
INTERVALO COMO LÍRICA


         1

Eleva su mano en actitud
de encontrar otra, alzándose, paralela,
con la que renovaría comparaciones
entre ambas,
                   sus figuras,
el largo de los dedos.


                          2

El yo que la induce
a hacerlo prosigue
su murmullo, habitual:
                            “Yo amo”,
y a la vez insiste
en no plegarse al martilleo
de la razón negativa:
                            “No hay tal cosa
como Amor, ese nombre contiene
sólo lo errático, la turbia
emocion del apego buscando
que su reverso, ¿el odio negativo?
lo alcance.”

                          3 

Gira luego la mano
sobre sí misma, cambio de frente,
pasión de remover.
                            ¿Qué yo actúa entonces?
El que cava hasta lo más
indiferenciado del recuerdo,
                            concluyendo: “Soy una
pura conciencia que recuerda.
y esto lo sé porque amo”;
                   y no le importa
que nuevamente la glacial,
ecuánime razón negativa,
lo desmienta:
                   “Aquello que se dijo primero sí,
lo segundo no; no puede
la pura conciencia afirmar Yo amo”

                           4

Con el sueño
todo contrapunto acaba,
                            la mano desciende, en calma
ahora sobre los labios de su dueña, ahora
sin ningún yo para aliviarla;
                          en conclusión, una mancha
en la penumbra, como lo único
que quedó de la mancha del amor,
de la irresistible necesidad, miseria,
del amor de entibiarse a cualquier precio,
aun con hojas secas. 

       <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*>

ALBERTO GIRRI. Homenaje  a W.C. Williams. (1981)

domingo, 13 de marzo de 2016

Tres poemas de María Negroni

María Negroni

 

a pesar de la aparente
normalidad de las cosas
y del sol que brillaba

sobre la ignorancia del mundo

ella ponía
su corazón inestable
en las carreras del otoño

y así perdía su esperanza
y la ignorancia del mundo

era más fina en ella

más prematuramente vieja
como una piedra fabulosa



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tantas vueltas de piel de toro
tantas chapas de hierro y de bronce
no protegen

el viento vuelve a traer
su carga de antiguas culpas

¿en qué nombre del alma
soy yo la abandonada?

¿en cuál la que abandona?

toda navegación instaura
el río que la lleva

así en la huída
así el pájaro ingrato

obsesionado por tus muros      



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el desierto es un animal
ávidamente inconcluso

y la luz
             un desierto
ávidamente más grande
que el desierto

cuando la noche se encrespa
              la sombra se escribe en el lomo
de esas arenas suntuosas

el desierto medita

aparte de eso
sólo es visible aquello
que está dentro de la visión



                                                 <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*>


MARÍA NEGRONI. La ineptitud. Alción Editora. Córdoba (Argentina). 2002. 

sábado, 12 de marzo de 2016

Un poema de Santiago Sylvester

Santiago Sylvester


MUJER EN LA ESQUINA

De lo que se trata es del intercambio: ella tiene hambre,
yo no tengo conocimiento; y si cada uno espera que
caiga su ración del cielo, ya podemos despedirnos
sin aliviar la carga.
Siempre ha habido estos pactos: ella, con un naipe
distinto en cada caso, yo eligiendo la carta para ver
si acierto;
ella, yegua de Parménides llevándome camino arriba, yo
olfateando el rastro con precipitación;
y así, necesitados ambos de lo que el otro tiene y no
guarda para sí, buscamos lo excitable de la especie
para alcanzar el peso, la saliva del otro, la célebre
unión de las mitades.

Ella siempre con historias exitosas (todas tristes), y yo
atestiguando lo que he dicho:
      que si espera en la calle
      se debe al intercambio,
      si entra en el bar y llama por teléfono,
      si disloca hasta morir la mandíbula del alma
      y se ríe cuando corresponde llorar
      se debe al intercambio: esas partes separadas en busca de lo mismo.

Y es todo lo que sé.
Pero ella sabe más:
sin salir de la esquina
conoce el mar por el tripulante a deshora,
el mercado por el olor de una manos,
la vaca por el carnicero;
y si no quiere ni oír
hablar del corazón, acostumbrada
como está a la charla,
es porque sabe que ahí cruje la madera.
El corazón es puro esteticismo.


          <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*> <*|*>


viernes, 11 de marzo de 2016

Un poema de Horacio Preler

Horacio Preler

EL VASO LLENO DE LUZ 

El vaso lleno de luz 
tiene ojos de caracol 
y el brillo que ha recibido de lo opaco 
se derrama sobre el mantel de la tarde. 

Un vaso lleno de cenizas 
tiene garras de chacal 
y se ilumina cuando se apagan 
las lámparas del amanecer. 

El vaso de la fantasía 
se abre al milagro de las horas 
y contiene los restos de la realidad. 

- . - . - 

HORACIO PRELER. Silencio de hierba. Ediciones del Copista. Córdoba (Argentina), 2001. Pág. 15. 

miércoles, 9 de marzo de 2016

Un poema de Gyula Kosice






ITINERARIO DE CILL 

Estábamos admirados de tantas marchas disimuladas 
de orillas que germinaban por placer 
hasta de los propios avatares sin temple 
que se enmendaban al divisarlos 

Y por consiguiente superioridad emotiva 
los trazados de CILL no dejaban 
transformarse en su propia ocupación 
llegan a subequisar todo lo indecible 
en términos de comparación 

Pero una perfecta visión de cill hacía presentir 
el más peligroso acecho del cielo contra su norte 

Podíamos suponer a cill en tan larga seguridad 
como si imagináramos un bloqueo a la pronunciación? 
Sería ejemplificada ésta su manera que podía ser 
si suavemente cill descubriera la tirantez del horizonte? 

Como una acción a propósito 
como una desfavorable miríada de voces 
llegamos así a subequisar la ruta de cill 
sin poder apuntarla 

- . - . - 

GYULA KOSICE. Obra poética. Selección 1940-1982. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1984. Pág. 115.