Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

martes, 28 de abril de 2015

Un poema de Antonio Requeni

Antonio Requeni


NARANJERA DE ASUNCIÓN 

De tus manos descienden, lentamente, 
doradas serpentinas, naranjera. 
La piel de tus naranjas es lo único 
que nos sonríe en la Recova Vieja. 
Tu piel, la de tu rostro y de tus manos, 
un poco más de tierra entre la tierra. 
Cada día el oprobio se acomoda 
junto a tus ropas desoladas, trémulas, 
mientras un río de hojas y ladridos 
lame tus pies descalzos y se aleja. 
Silencio más dramático que el grito. 
Ojos que hasta las lágrimas desdeñan. 
Yo estoy aquí, mirándote, y no sé 
si la naranja que ahora despellejas 
es sólo un fruto o es tu corazón 
que se desprende de tu cuerpo y sueña. 
Virutas de la piel de tus naranjas, 
guirnaldas que decoran la miseria, 
tal estos versos que, impotente y triste, 
escribo ahora en un lugar de América. 

- . - . - 

ANTONIO REQUENI: Antología poética. Fondo Nacional de las Artes. Buenos Aires, 1996. Pág. 51. 

viernes, 17 de abril de 2015

Un poema de Leonardo Martínez

Leonardo Martínez


HABLA LA SEÑORA ZÓSIMA 

A media mañana me escapaba 
a la barranca detrás de la cocina 
y sentada en una piedra bajo el tala 
armaba mi cigarro 
Las pitadas eran largas y sostenidas 
Al soltar el humo se iban 
el desánimo y la tristeza 
Volvería después a los hijos 
la comida y las montañas de ropa 

Yo 
la dueña 
estoy sola 
Marido ausente en trabajos lejanos 
y una tropilla de hijos indómitos 
Estoy sola con mi cigarro 
los quehaceres de la casa 
las novenas parroquiales 
y la cría salvaje 
Eso sí 
a la nochecita un poco de gramófono 
y de lecturas de la Invernizzio 

Pero a la siesta 
cuando todos duermen 
golpeo mi cabeza 
contra las paredes de la cocina 
y repito lo que había leído en algún lado 
lo real es la única certeza 
Y lo real es una mescolanza 
de doctrina de iglesia imaginación magia y milagros 
La realidad abarca lo visible y lo invisible. 

No me atrevo a soñar pero sueño 
Frotan mis pechos manos ausentes 
Vientos imperiosos abren mis piernas 
Un resplandor me ciega 
y veloces sonidos danzarines 
aplacan mi bramido desolado 
De rodillas 
adoro un reflejo del paraíso en el fogón 
que parpadea como mi ojo 
Me desconozco en la misma que soy 
La felicidad es un asunto de corazones esforzados 

- . - . - 

LEONARDO MARTÍNEZ. De El barro que sofoca (2013). En Escribanía de vivos y muertos. Ed. del Dock. Buenos Aires, 2013.