Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

lunes, 27 de mayo de 2013

Un poema de Eugenia Cabral

Eugenia Cabral

LA REVOLUCIÓN PERMANENTE

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Este presente bebe la pócima, no el alimento;
la hez, la conmutación de la pena.

Éste es el ayer. Tambor delirante.
Comida recalentada.

¿Cómo era aquello de cuando fuiste heroico
y le prendiste fuego a tu propio estilo?

- . - . - 

Eugenia Cabral: Cielos y barbaries. Alción Editora. Córdoba (Argentina), 2004. Pág. 63.

domingo, 26 de mayo de 2013

Un poema de Eliseo Diego

Eliseo Diego

EL SITIO EN QUE TAN BIEN SE ESTÁ

3

Ella, siempre 
lo dijo: tápenme 
bien los espejos, 
que la muerte presume. 

Mi abuela, siempre 
lo dijo: guarden 
el pan, 
para que haya 
con qué alumbrar la casa. 

Mi abuela, que no tiene, 
la pobre, casa 
ya, 
ni cara. 

Mi abuela, 
que 
en paz 
descanse. 

- . - . -

Eliseo Diego: En la calzada de Jesús del Monte. En Los poetas de Orígenes, antología. Selección, prólogo, bibliografía y notas de Jorge Luis Arcos. Fondo de Cultura Económica. México, D. F. (México), 2002. Pág. 263. 

Un poema de Osvaldo Bossi

Osvaldo Bossi

A Facundo no le gusta dormir

A Facundo no le gusta dormir, 
dice que pierde tiempo y vida 
durmiendo, y se resiste 
a ser atrapado por las huestes del sueño, 
aunque venga el propio Morfeo, en persona 
y deposite sobre su mesita de luz 
un vaso de leche tibia. 

Yo lo acaricio entonces. 
Acaricio su inmensa espalda 
como si estuviera alisando 
uno por uno, los pliegues que se forman 
sobre las sábanas del mar. 

A veces 
él apoya su turbada cabeza 
sobre la almohada, cierra los ojos 
y deja que ese montón de agua traslúcida 
se lo lleve; pero enseguida se despierta 
y escucha, en lo oscuro 
el galope febril de esos fantasmas 
que lo tienen a maltraer. 

Aunque yo le cite 
aquellos versos famosos 
de Calderón de la Barca... 
Abre sus negros ojos 
atravesados por ochocientos relámpagos 
y vuelve a repetir, insistente, 
que él no quiere caer 
en ese pozo sin fondo 
que se devora los minutos. 
--Tiempo, hermoso tiempo, dice 
que no se puede recuperar, y no podremos nunca ¿te das cuenta? nunca 
recuperar... No importa si son las tres de la tarde 
o las cuatro de la mañana. 

Aunque yo me quede despierto 
a su lado, y le prometa guardar cada uno 
de esos diminutos relámpagos 
adentro de esta pequeña embarcación 
que algunos entendidos en literatura llaman poema
y es tonta poesía nada más: poesía 
como todo, o casi todo, deseo de amor. 

Pero no hay, no habrá nunca 
un poema que guarde lo inmenso, 
lo desolado que se vuelve este mundo 
cada vez que mi amigo 
cierra los ojos y se duerme. 

Cierra los ojos y se duerme 
en esta orilla vacía que es ahora mi cuarto 
(o cualquier otro cuarto) 
cada vez que Facundo se aleja. 

- . - . -

Osvaldo Bossi: Esto no puede seguir así. Premio Literario Provincia de Córdoba 2009. Ediciones Letras y Bibliotecas Córdoba. Córdoba (Argentina), 2010. Pp. 15-18.


miércoles, 22 de mayo de 2013

Un poema de José Ángel Valente

José Ángel Valente

SÓLO EL AMOR

Cuando el amor es gesto del amor y queda 
vacío un signo sólo. 
Cuando está el leño en el hogar, 
mas no la llama viva. 
Cuando es el rito más que el hombre. 
Cuando acaso empezamos 
a repetir palabras que no pueden 
conjurar lo perdido. 

Cuando tú y yo estamos frente a frente 
y una extensión desierta nos separa. 
Cuando la noche cae. 
/ Cuando nos damos 
desesperadamente a la esperanza 
de que sólo el amor 
abra tus labios a la luz del día. 

- . - . -

José Ángel Valente. En Poesía última (Eladio Cabañero, Ángel González, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún, José Ángel Valente). Selección y nota preliminar de Francisco Ribes. Taurus: 1ª ed.: 1963; 3ª ed.: 1975. Madrid (España), 1975. Pág. 182. 

martes, 21 de mayo de 2013

Un poema de Ángel González

Ángel González

TODOS USTEDES PARECEN FELICES...

...y sonríen, a veces, cuando hablan. 
Y se dicen, incluso, 
palabras 
de amor. Pero 
se aman 
de dos en dos 
para 
odiar de mil 
en mil. Y guardan 
toneladas de asco 
por cada 
milímetro de dicha. 
Y parecen --nada 
más que parecen-- felices, 
y hablan 
con el fin de ocultar esa amargura 
inevitable, y cuántas 
veces no lo consiguen, como 
no puedo yo ocultarla 
por más tiempo: esta 
desesperante, estéril, larga, 
ciega desolación por cualquier cosa 
que --hacia no sé dónde--, lenta, me arrastra. 

 - . - . -

Ángel González. En Poesía última (Eladio Cabañero, Ángel González, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún, José Ángel Valente). Selección y nota preliminar de Francisco Ribes. Taurus Eidiciones: 1ª ed.: 1963;  3ª ed.: 1975. Madrid (España), 1975. Pág. 64. 

Un poema de Eladio Cabañero (para el amigo Ceferino Lisboa)

Eladio Cabañero

EL ANDAMIO

A Justo Carrasco y Pedro Martínez, compañeros de trabajo
"Debieran dividir con una tiza el mundo, 
separarlo en cuadrículas pequeñas 
que sirvan para un cuerpo, 
para un hombre solamente, 
¿no sobramos ya muchos? 
y a todos los demás darnos la mano 
y desearnos mejor suerte en la guerra." 

El aire distribuye igual que siempre 
sobre la tierra su piedad y su música; 
a las tres de la tarde 
la plomada pregunta, los niveles nivelan 
y al compás del trabajo piensa el hombre: 

"Es mejor, compañero, 
dejarse ya de guerras y políticas, 
los Estados Unidos y los rusos, 
y acordarnos en cambio del abuelo 
sentado, bajo un chopo o una higuera, 
con cara de barbecho, silencioso. 
Ayúdame a amarrar las cruces de este andamio, 
ten precaución, sujeta fuerte, no sea 
que por mirar un pájaro pararse 
o una muchacha hermosa en su ventana, 
no queden bien seguros estos postes. 
Ata fuerte las sogas por los nudos, 
los amarillos puños del esparto, 
que a lo peor, cuando estemos arriba, 
perdemos pie de pronto trabajando 
y no sirve la fuerza y nos caemos." 

No era aquél el momento 
de censurar los tiempos, tan difíciles, 
sino de levantar aquel andamio 
mientras el sol mandaba por las calles. 

"Compañero, 
es mejor ver el trigo allá en los campos 
que ver fundir el oro, 
es mejor irse al puerto de los barcos de vela 
que al de los submarinos; 
pero agarra, 
vamos a ver si atamos este andamio 
mucho mejor que aquel del accidente 
cuando murió el compadre de las barbas 
--en paz, amigo mío-- 
que fue bueno y de Dios, que era creyente 
para no ser tan pobre como era. 
Ata fuerte las sogas por los nudos, 
los amarillos puños del esparto..." 

Allí no se trataba 
de pasarse de listos ni de tontos 
sino de atar mejor aquel andamio 
y comprender que el más sabio es el tiempo. 

- . - . - 

Eladio Cabañero. En Poesía última (Eladio Cabañero, Ángel González, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún, José Ángel Valente). Selección y nota preliminar de Francisco Ribes. Taurus Ediciones: 1ª ed. 1963; 3ª ed.: 1975. Madrid (España), 1975. Pp. 32-33.

martes, 14 de mayo de 2013

Un poema de Dionisio Ridruejo

Dionisio Ridruejo

2


La lealtad verdadera 
es apearse del burro 
y desmontar la quimera. 

Porque donde dije y digo 
están el sudor del hombre 
y el embeleso del niño 
y la mujer que en el vientre 
y el corazón lleva el nido. 

Por ellos cambio de idea 
porque ellos serán los jueces 
del valor de la herramienta. 

Por ellos vuelvo a montar 
porque la tierra del hombre 
es la de nunca acabar. 

- . - . -

Dionisio Ridruejo: En breve (1975). En Dionisio Ridruejo: Poesía. Alianza Editorial; El Libro de Bolsillo (1ª ed.: 1976; 1ª reimpr.: 1987). Madrid (España), 1987. Pág. 170. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Un poema de Dionisio Ridruejo

Dionisio Ridruejo

[Jugar, jugar contigo, cosa mía]

Jugar, jugar contigo, cosa mía, 
jugar que me responde 
sin besar ni decir, riendo, 
mordisqueando, asiendo tibiamente, 
enamoradamente siendo cosa, 
cosa buena y pasiva 
que purifica el tacto 
y hace otra nueva de la carne antigua, 
fresquísima, inocente. 
Cosa que se resoba y se gusta y se mira 
y mete por los sentidos rosas, azucenas, palomas 
y cachorrillos de tigre con los dientes blandos, 
y por los sentidos llega al corazón 
llenándolo de miel y de mañana clara 
y de lágrimas con el arco iris; 
de mañana con pájaros irremediablemente cantores, 
de miel y lágrimas que es necesario dar. 
Jugar, jugar contigo, 
jugar a equivocar tu carne con mi alma, 
jugar a esconderte en cada latido, 
jugar a ser instante y juego sólo. 

- . - . -

Dionisio Ridruejo: Los primeros días. (Idilios de la hija reciente.) En Dionisio Riduejo: Poesía. Selección de Luis Felipe Vivanco. Introducción de Marià Manent. Alianza Editorial; El Libro de Bolsillo. Madrid (España), 1ª ed.: 1976; 1ª reimpr.: 1987. Pág. 106. 

sábado, 11 de mayo de 2013

Un poema de Hugo Mujica.

 

http://constelacionconspicua.blogspot.com.ar

 

 

HAY PERROS QUE MUEREN DE LA MUERTE DE SU AMO


Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
que no se agitan,
                        tiemblan.
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
           de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen,
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.

Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
                   donde morir de carne,
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Un poema de Idea Vilariño

Idea Vilariño

ESCRIBO PIENSO LEO

Escribo 
pienso 
leo 
traduzco veinte páginas 
escucho las noticias 
escribo 
escribo 
leo. 
Dónde estás 
dónde estás. 

- . - . -

Idea Vilariño: En lo más implacable de la noche. Antología personal. Colihue (Musarisca), 1ª ed., 2ª reimpr. Buenos Aires (Argentina), 2009. Pág. 32.

Un poema de Francisco Ferrer Lerín

Francisco Ferrer Lerín 

ADRIANA ASTI

Parece seguro que entonces 
estaba animado por un gran fuego interior. 
Se me veía hablar por la plaza 
con los brazos extendidos, la cara 
enrojecida mirando a los que al cruzar 
apretaban el paso 
sin saludar apenas. 
Llegaba el atardecer y seguía 
apoyado en los muros 
arengando aún 
a los difusos compañeros. 
Se acercaba el momento: 
venían rumores contradictorios 
y se apilaban noticias 
a noticias, y todo estaba 
ya dispuesto. 
Qué fue pues de mí en aquel tiempo. 
Todo llevaba a creer en la victoria: 
hasta los más ajenos se apresuraban 
a estrecharme las manos; 
se me invitaba y profería 
fácilmente charlas de hombres. 
Pero algo falló en la gran empresa: 
acabó otoño y un viento 
helado cerró las puertas. 


1971 
- . - . - 

Francisco Ferrer Lerín: Cónsul. Ediciones Península / Edicions 62; Poética 10. Barcelona (España), 1987. Pág. 27.

martes, 7 de mayo de 2013

Un poema de Carlos Mastronardi


Romance con lejanías

Me gustaría verte, ser alguno en tu pecho. 
Un ámbito de música elogia tu presencia. 
Serena luz y mundo pudieras darme ahora, 
letras para la vida y un eco de Septiembres. 

Que este verso te encuentre eligiendo una dicha 
y tus manos conozcan la azucena y el río. 
Juegan con tu dulzura las gentes de tu sueño, 
y yo soy en tu lástima el vendaval dormido. 

¿Cuáles serán los nombres que esclarecen tu boca, 
cuando vuelven a tu alma las personas de sombra 
y tus ojos perdonan? ¿Cuáles serán las calles 
por donde te adelantas a las futuras horas? 

Otra vez me retienen las quietudes del Norte, 
mas te encuentra el recuerdo por la ciudad porteña. 
Lejano de esos días que en los días se pierden, 
vuelve tu gracia triste para regir mi poema. 

Ahora soy el huesped callado de tu vida, 
y apenas el silencio que te influye en las tardes. 
Miren tus ojos lentos un orbe de violetas, 
¡oh amorosa de muertes, mi amiga y mi coraje!

- . - . -

Carlos Mastronardi. Selección de Elsa Serur y Eise Osman. Editorial de Entre Ríos. Paraná (Argentina, 2001). Pág. 116. 

sábado, 4 de mayo de 2013

Otro poema de Irma Cuña


Poética

como los escarabajos negros
que vuelan corto entre las amapolas
y luego caen
--redondos y dorados de polen--
sobre los pastos,
así suelen andar los poetas
trasmitiendo la vida
--a pesar de todo--
y amapolados

- . - . -

Irma Cuña: Poesía junta. 1956-1999. Ediciones Último Reino. Buenos Aires (Argentina), 2000. Pág. 177. 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Un poema de Lucrecio

[RECIPROCIDAD DEL AMOR]

No siempre la mujer con amor falso 
suspira: cuando el cuerpo de su amante 
contra su seno aprieta entre sus brazos; 
cuando sus labios húmedos imprimen 
besos que fluyen el deleite, entonces 
su amor es verdadero, y deseosa 
de gozar el placer común a entrambos, 
le incita a que concluya la carrera 
del amor: no podrían de otro modo 
las aves, los ganados y las fieras 
y yeguas a los machos ayuntarse, 
si las hembras calientes no estuvieran, 
si en ellas no excitaran los hervores 
del placer esta dulce resistencia 
tan favorable a la caliente Venus. 

¿Por ventura no ves también aquellos 
que un deleite recíproco ayuntara 
en mutua ligadura atormentados? 
¿Y queriendo los perros desligarse, 
en las encrucijadas muchas veces 
cada uno tira mucho por su parte 
cuando los tiene Venus aún pegados 
con fuertes ataduras? No lo harían 
si no fueran comunes los contentos 
que en aquel dulce lazo los unieron, 
teniéndolos a entrambos en prisiones. 
Sólo el placer recíproco es deleite. 

- . - . - 

Lucrecio: De la naturaleza de las cosas. Introducción: Agustín García Calvo. Traducción: Abate Marchena. Notas: Domingo Plácido. Ediciones Orbis. (Hyspamérica Ediciones Argentina). Libro IV, vv. 1639-1665 de la traducción. Pp. 284-285.