Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

domingo, 26 de mayo de 2013

Un poema de Osvaldo Bossi

Osvaldo Bossi

A Facundo no le gusta dormir

A Facundo no le gusta dormir, 
dice que pierde tiempo y vida 
durmiendo, y se resiste 
a ser atrapado por las huestes del sueño, 
aunque venga el propio Morfeo, en persona 
y deposite sobre su mesita de luz 
un vaso de leche tibia. 

Yo lo acaricio entonces. 
Acaricio su inmensa espalda 
como si estuviera alisando 
uno por uno, los pliegues que se forman 
sobre las sábanas del mar. 

A veces 
él apoya su turbada cabeza 
sobre la almohada, cierra los ojos 
y deja que ese montón de agua traslúcida 
se lo lleve; pero enseguida se despierta 
y escucha, en lo oscuro 
el galope febril de esos fantasmas 
que lo tienen a maltraer. 

Aunque yo le cite 
aquellos versos famosos 
de Calderón de la Barca... 
Abre sus negros ojos 
atravesados por ochocientos relámpagos 
y vuelve a repetir, insistente, 
que él no quiere caer 
en ese pozo sin fondo 
que se devora los minutos. 
--Tiempo, hermoso tiempo, dice 
que no se puede recuperar, y no podremos nunca ¿te das cuenta? nunca 
recuperar... No importa si son las tres de la tarde 
o las cuatro de la mañana. 

Aunque yo me quede despierto 
a su lado, y le prometa guardar cada uno 
de esos diminutos relámpagos 
adentro de esta pequeña embarcación 
que algunos entendidos en literatura llaman poema
y es tonta poesía nada más: poesía 
como todo, o casi todo, deseo de amor. 

Pero no hay, no habrá nunca 
un poema que guarde lo inmenso, 
lo desolado que se vuelve este mundo 
cada vez que mi amigo 
cierra los ojos y se duerme. 

Cierra los ojos y se duerme 
en esta orilla vacía que es ahora mi cuarto 
(o cualquier otro cuarto) 
cada vez que Facundo se aleja. 

- . - . -

Osvaldo Bossi: Esto no puede seguir así. Premio Literario Provincia de Córdoba 2009. Ediciones Letras y Bibliotecas Córdoba. Córdoba (Argentina), 2010. Pp. 15-18.


No hay comentarios:

Publicar un comentario