Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

miércoles, 3 de abril de 2013

Tres poemas de Luisa Peluffo


El Patio

El patio de la casa
tiene baldosas
blancas y negras.

La niña salta:
blanca negra blanca.
En las blancas los ángeles
de la primera comunión
el merengue de la torta
el arroz con leche
y la nube con forma de oveja.

Un gato negro dormita
y la mira con ojos dorados.

Las ovejas son estúpidas
piensa la niña.
Mejor la noche
de las baldosas negras
y el gato taimado.

Negra blanca negra.
La niña salta
en el cielo de merengue.
Salta en la nube
con forma de oveja.
Como los ángeles salta
vestida de novia.

El gato huele el arroz
se toma la leche
y mea cauteloso
sobre una baldosa.

blanca negra blanca.
Que raro es todo esto
piensa la niña
cuando se despierta
y cruza el patio
sin saltar.


Hombre

II


A la hora de la siesta
la niña espera en el aljibe.

El hombre cruza el patio vacío.
Le cubre los ojos con las manos
y desnuda
su hermosa, húmeda nuca
sobre el brocal.

Ella sabe que él desatará
desprenderá soltará rasgará.

Apenas amortiguado
por el cantar de las chicharras
oye el redoble vertiginoso,
relampagueante.

La piel entreabierta
exhala una queja.




Receta del Adiós


Era feliz con la mujer
en la Isla de Mandioca
le decía madre
y sal
y pan
y tantas cosas.

Deshacer ahora
la manteca en lágrimas
al soltar
el último barrote
de la reja
que guarda la casa
porque su padre
ha venido a separar
las claras
de las yemas
y a usted lo lleva lejos
una mitad deshecho
la otra en pedacitos
lejos de la mujer
sus ingredientes
y su leche.

Separarlo
dijo el hombre
formarlo
colocarlo en bandeja
y ella
silenciosa
masa compacta
con un tajo
dorada por fuera
tierna por dentro.

Separarlos
decía el hombre
porque el muchacho crece
leva y crece.






foto 1: http://us.123rf.com/400wm/400/400/searagen/searagen1202/searagen120200023/12387817-un-patron-geometrico-de-las-baldosas-de-marmol-gris-cuadrados-se-presenta-en-una-plaza-o-plaza-publi.jpg
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