Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

sábado, 27 de abril de 2013

Cuatro poemas de Roxana Miranda Rupailaf

 
Foto: Chris Maher.

v


  ¿Será que me doy vuelta
la cara
para mirar la sombra
que me volvió niebla lo oscuro?

 

Me tiemblo de mirarte ausente
y de sentirte
en las bocas que no eres.
Deseo el olvido como a la carne
en la mandíbula
de tigresa.
Mi despedazado,
sangre chorreante,
tibios miembros que muerdo
trozos que arranco y devoro
sin saciarme.


IX


Reventada 
en calles zigzagueantes
se explota los ojos con el líquido.
Respira lo verde
hasta gritar.
Abraza cualquier
música
en cualquier hombre.

Todo le produce mariposas
hasta que estas se desangran en estómago
y se vuelven de un solo color
en un encierro doloroso
de vuelos sin salida.

(extraído de  http://www.nestorbarron.com.ar/poemas/Poesia%20mapuche/Mapuche%2005.htm)













YO, PECADORA


Confieso que le he robado el alma al corazón de Cristo,
que maté a una flor por la espalda
y le disparé a la cigüeña.
Confieso
que me comí todas las manzanas
y que suspiro tres veces
al encenderse la luna.
Que le mentí a la inocencia
y golpeé a la ternura.
Confieso que he deseado a mis prójimos
y que tengo pensamientos impuros
              


                                 con un santito.
Confieso que me vendí por dinero.
Que no soy yo
y que he pecado de pensamiento,
palabra y omisión
y confieso, que no me arrepiento.




 extraído de http://www.letras.s5.com/egb220907.htm


Foto: Christer Strörholm

3


Abiertas las lunas sobre el barco
de las fiestas.

Blanco es el niño en el círculo
que lo devuelve al llanto
y a la inocencia de verse repetido
en los ojos de la madre.

Él sabe que son tres los arco-iris
que pasan por mi sangre.

Él sabe y lo repite con su oleaje.

Para él abro este mar.
Para que pasen
sus caballos por la sal
y no se ahogue.

Blanco,
transparente,
es el niño que gira diez veces
en círculo a la izquierda.

Repite el mismo movimiento
y yo extasiada
comienzo a morderle en cuatro lenguas.

Y son tres los arco-iris que él me sabe.

Y son cuatro los colores que hay adentro.

Y él todo lo sabe por presagio
por sueño venido y repetido.

Vaticinio de lunas cayendo en las almohadas
del niño atravesado por los peces.




de su libro "Invocación al Shumpall" extraído del blog  http://santamuertecartonera.blogspot.com.ar/2009/02/nuevo-libro-invocacion-al-shumpall.html

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