Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

jueves, 25 de abril de 2013

Un poema de Alejandro Nicotra


Opinión sobre poetas

--Creía en ellos, 
con alguna vacilación, es cierto, 
como se cree en quienes han hablado con Dios, en sus montañas, 
y cuentan el secreto; 
pero un día 
renegué de sus bocas de pájaros mentirosos; 
después, los vi morir 
en una choza sucia, 
ciegos y balbuceando palabras sin sentido. 

Entonces volví a creer en ellos, 
en su sabiduría rota, 
ya sin ninguna sospecha de cordura. 

- . - . -

Alejandro Nicotra: Antología poética. Fondo Nacional de las Artes, Poetas argentinos contemporáneos nº 28. Buenos Aires (Argentina), 1996. Pág. 26.

No hay comentarios:

Publicar un comentario