Joaquín Giannuzzi |
Usted me preguntaba cómo verificar
si está vivo o muerto Rubén Darío.
Meter un dedo en su tumba,
sentirlo frío, no cuenta si usted palpa
sus huesos rendidos.
¿Muy esquemático?
Pero si no me equivoco
su pregunta tenía un sentido artístico.
En cuanto a su poesía, escuche usted
cómo respira todavía,
cómo recrea su vasto lenguaje
y perfecciona y ahonda las notas de su laúd.
Claro que ya no bebe su vino al anochecer.
Con excepción de ese hábito
ninguna verdad rubendariana interrumpió la muerte.
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