Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

martes, 11 de agosto de 2015

Un poema de Julio Castellanos

Julio Castellanos


ELOGIO 

En un fresco de alegría, apenas verdecido, 
en el límpido muelle de la noche 
me acerco a ti y me invado 
en la iridiscente fragancia de las cosas. 

Tiene el amor esa virtud, es blanda 
pausa en el camino hacia la muerte. 

Por eso es un ensueño, porque frágil 
recoge los desechos de la vida 
y de los pasos eleva a plenitud 
su eco acostumbrado. 

Eres sujeto del amor, del juego 
de ofrecer lo imposible y ser 
la apuesta insegura, avasallada. 

Lo sé fugaz y quieto, 
inmóvil en el gesto que me inunda; 
en él estás, por el deseo 
detenida 
en el curso inequívoco del tiempo, 
el de la devastación y la ventura. 

Es plena la alegría
el terso ascenso del ser en el ser mismo. 


- . - . - 

JULIO CASTELLANOS. Poesía reunida. 1983/2013. Llanto de Mudo. Córdoba (Argentina), 2014. Pág. 51.

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