Julio Castellanos |
En un fresco de alegría, apenas verdecido,
en el límpido muelle de la noche
me acerco a ti y me invado
en la iridiscente fragancia de las cosas.
Tiene el amor esa virtud, es blanda
pausa en el camino hacia la muerte.
Por eso es un ensueño, porque frágil
recoge los desechos de la vida
y de los pasos eleva a plenitud
su eco acostumbrado.
Eres sujeto del amor, del juego
de ofrecer lo imposible y ser
la apuesta insegura, avasallada.
Lo sé fugaz y quieto,
inmóvil en el gesto que me inunda;
en él estás, por el deseo
detenida
en el curso inequívoco del tiempo,
el de la devastación y la ventura.
Es plena la alegría
el terso ascenso del ser en el ser mismo.
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