Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

viernes, 12 de febrero de 2016

Un poema de Kato Molinari

Kato Molinari

FÓRMULA INFALIBLE PARA GOZAR DEL DOMINGO 

Elíjase el domingo 
más triste y más feo del mes, 
que habrá sido debidamente precedido 
por un sábado tedioso, 
vacío, 
insultante. 

Olvídense los amores trágicos, 
la agigantada soledad 
y la inestable condición de empeladita. 
Olvídense también los vecinos de enfrente 
y rechácense los llamados del chismoso balcón. 

Diríjase, tiritando, 
a la pileta de lavar, 
previo transporte de toda la ropa sucia. 
Inicie la labor 
procurando tararear "La vie en rose" 
o "Sus ojos se cerraron". 
Sus vecinos aullarán. 
La discordia interdepartamental 
quedará así instaurada. 
Inmediatamente eche mano del jabón 
y de sus escasas fuerzas. 

Observará, a continuación, 
sobre la superficie mugrienta del agua 
muchos desfachatados globitos o pompas. 

Evite destrozarlos, nunca se sabe... 
Cuando llegue a la etapa del enjuague 
suspenda todos los cánticos y loas al Señor. 
Escuche solamente los latidos de su corazón solitario. 
Luego, a fin de que la tarea no resulte ingrata, 
preste oídos a 
esos ruiditos 
delgados, 
breves, angostos, 
rítmicos: 
sólo sus manos de usted son capaces de generarlos, 
con la pacífica intervención del agua corriente. 
Son los gorgoritos. 
Disfrútelos, estimada señorita. 
Comprenda que muy pocas lavanderas dominicales 
y aun de las otras 
han sido informadas sobre la 
existencia de tamaña maravilla. 

- . - . - 

KATO MOLINARI. Antología (1972-2004). Biblioteca Nacional. Buenos Aires, 2011. Pp. 36-37. 

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