Julio Herrera y Reissig |
"Era su mano una sentencia. Y me arrastré como un gusano"...--JOB.
Aguza la vista, imbécil: Brilla el crimen en las dagas,
frente a ti.
Las emboscadas se erizan en el bosque. Dos chacales
gruñen fieramente el rastro de tu inconsciente febril.
--¡No puedo, no!
¡Ya la noche de tus ojos ha caído sobre mí...!
--¡Un paso más y amaneces, necio pingajo de arcilla!
La cumbre canta tu gloria como un blanco muecín.
¡No alientes, cierra los párpados! Bajo tus pies, el abismo
polariza su mirada criminosa de Caín.
--¡No puedo, no!
¡El vértigo de tus ojos ha caído sobre mí...!
--Iluso, el polo te arroba. Sobre la blanca gangrena,
¡clave tu paso la enseña del atavismo viril!
¡Gloria a tu nombre! ¡Adelante, cretino, con tu osamenta!
La aurora boreal corona tus audacias de reptil.
--¡No puedo, no!
¡El invierno de tus ojos ha caído sobre mí...!
--¡Vuelve hacia atrás, miserable! Saluda al simún, no tiembles;
toma rumbo a la cisterna y al datilero gentil.
¡Oh, estulto! La Esfinge aúlla de muerte a tu caravana.
Viene un séquito verdugo de cuervos para el festín...
--¡No puedo, no!
¡La perdición de tus ojos ha caído sobre mí...!
--¡Boga con genio, insensato! La epilepsia constrictora
del océano te escupe. ¡Puja con rabia, infeliz!
La jauría de las olas grita el drama de tu sangre
y en las fauces de algún monstruo irás pronto a sucumbir.
--¡No puedo, no!
¡La tempestad de tus ojos ha caído sobre mí...!
--Canceroso de soberbia, mordido por la neurosis:
erige al Cielo tus náuseas. ¡Rinde la torva cerviz!
¡Primaveriza, cadáver amable de ilustre crápula!
Dios te concede un minuto cordial para ser feliz.
--¡No puedo, no!
¡La maldición de tus ojos ha caído sobre mí...!
--Condenado espeluznante, donde vas y donde pisas
la alegría tiene fin.
Perro esclavo de ti mismo, réprobo infame, libértate
de tu infección luminosa, ¡gusta la paz, ángel ruin!
--¡No puedo, no!
¡El infierno de tus ojos ha caído sobre mí...!
--¡Cuánto sufres, dios leproso del corazón; es horrenda
la vigilia suicidante de tus llagas, alma vil!
Depón tu vida, cobarde; besa el asco de la muerte:
¡entra en mi tumba de olvido y dejarás de existir!
--¡No puedo, no!
¡La eternidad de tus ojos ha caído sobre mí!
Octubre 1904.
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