Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

jueves, 25 de febrero de 2016

Un poema de Julio Herrera y Reissig

Julio Herrera y Reissig

LAS PLAGAS 

"Era su mano una sentencia. Y me arrastré como un gusano"...--JOB. 

Aguza la vista, imbécil: Brilla el crimen en las dagas, 
frente a ti. 
Las emboscadas se erizan en el bosque. Dos chacales 
gruñen fieramente el rastro de tu inconsciente febril. 
--¡No puedo, no! 
¡Ya la noche de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--¡Un paso más y amaneces, necio pingajo de arcilla! 
La cumbre canta tu gloria como un blanco muecín. 
¡No alientes, cierra los párpados! Bajo tus pies, el abismo 
polariza su mirada criminosa de Caín. 
--¡No puedo, no! 
¡El vértigo de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--Iluso, el polo te arroba. Sobre la blanca gangrena, 
¡clave tu paso la enseña del atavismo viril! 
¡Gloria a tu nombre! ¡Adelante, cretino, con tu osamenta! 
La aurora boreal corona tus audacias de reptil. 
--¡No puedo, no! 
¡El invierno de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--¡Vuelve hacia atrás, miserable! Saluda al simún, no tiembles; 
toma rumbo a la cisterna y al datilero gentil. 
¡Oh, estulto! La Esfinge aúlla de muerte a tu caravana. 
Viene un séquito verdugo de cuervos para el festín... 
--¡No puedo, no! 
¡La perdición de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--¡Boga con genio, insensato! La epilepsia constrictora 
del océano te escupe. ¡Puja con rabia, infeliz! 
La jauría de las olas grita el drama de tu sangre 
y en las fauces de algún monstruo irás pronto a sucumbir. 
--¡No puedo, no! 
¡La tempestad de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--Canceroso de soberbia, mordido por la neurosis: 
erige al Cielo tus náuseas. ¡Rinde la torva cerviz! 
¡Primaveriza, cadáver amable de ilustre crápula! 
Dios te concede un minuto cordial para ser feliz. 
--¡No puedo, no! 
¡La maldición de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--Condenado espeluznante, donde vas y donde pisas 
la alegría tiene fin. 
Perro esclavo de ti mismo, réprobo infame, libértate 
de tu infección luminosa, ¡gusta la paz, ángel ruin! 
--¡No puedo, no! 
¡El infierno de tus ojos ha caído sobre mí...! 

--¡Cuánto sufres, dios leproso del corazón; es horrenda 
la vigilia suicidante de tus llagas, alma vil! 
Depón tu vida, cobarde; besa el asco de la muerte: 
¡entra en mi tumba de olvido y dejarás de existir! 
--¡No puedo, no! 
¡La eternidad de tus ojos ha caído sobre mí! 

Octubre 1904. 

- . - . - 

JULIO HERRERA Y REISSIG. Poesías completas. Estudio preliminar por Guillermo de Torre. Editorial Losada. Buenos Aires, 1942. Tercera edición: 1958. Pp. 114-115. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario