Soledad Castresana |
una oruga de fardos de alfalfa
resiste el afán incendiario
de la siesta
nos refugiamos
en el tanque australiano
flotamos
en el sordo hechizo
de las abejas
a veces la sed desespera la piel
nos quema el alivio
cuando baje la fiebre del aire
perfumados de higos
subiremos la tarde
hasta los árboles
esperaremos
mareados y calientes
que la noche detenga
la sangre de las víboras
cuando acabe la luz
nos quedaremos sin agua
Hermoso poema Soledad!!
ResponderEliminarEncontré el poema en la antología que cito a pie de entrada, Dardo. La misma trae, creo, otros dos, al menos, de esta autora. ¡A buscarla!
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