Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

viernes, 29 de enero de 2016

Un poema de Esteban Moore

Esteban Moore


el río,-- o postal a orillas de 

en sus aguas contaminadas 
'es prohibido bañarse' 

muchachas de piel bronceada 
/sus pechos erguidos apuntando hacia el cielo/ 
disfrutan igualmente tranquilas del sol y la brisa 

cuando el calor se vuelve insoportable 
ellas se refrescan en la ducha pública 

alegres 
con el largo cabello chorreando agua 
parecen recién salidas del profundo atlántico 

- . - . - 

ESTEBAN MOORE. Poemas (1982-2007). Prólogo de Leando Calle. Alción Editora. Córdoba, 2015. Pág. 88.

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