Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

domingo, 14 de abril de 2013

Un poema de Luis Cernuda


LOS MARINEROS SON LAS ALAS DEL AMOR


Los marineros son las alas del amor, 
Son los espejos del amor, 
El mar les acompaña, 
Y sus ojos son rubios lo mismo que el amor 
Rubio es también, igual que son sus ojos. 

La alegría vivaz que vierten en las venas 
Rubia es también, 
Idéntica a la piel que asoman; 
No les dejéis marchar porque sonríen 
Como la libertad sonríe, 
Luz cegadora erguida sobre el mar. 

Si un marinero es mar, 
Rubio mar amoroso cuya presencia es cántico, 
No quiero la ciudad hecha de sueños grises; 
Quiero sólo ir al mar donde me anegue, 
Barca sin norte, 
Cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia. 

- . - . -

Luis Cernuda: Los placeres prohibidos. 1931. En Luis Cernuda: La realidad y el deseo. Poesías completas. Editorial Séneca. México, 1940. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario