Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

martes, 21 de mayo de 2013

Un poema de Eladio Cabañero (para el amigo Ceferino Lisboa)

Eladio Cabañero

EL ANDAMIO

A Justo Carrasco y Pedro Martínez, compañeros de trabajo
"Debieran dividir con una tiza el mundo, 
separarlo en cuadrículas pequeñas 
que sirvan para un cuerpo, 
para un hombre solamente, 
¿no sobramos ya muchos? 
y a todos los demás darnos la mano 
y desearnos mejor suerte en la guerra." 

El aire distribuye igual que siempre 
sobre la tierra su piedad y su música; 
a las tres de la tarde 
la plomada pregunta, los niveles nivelan 
y al compás del trabajo piensa el hombre: 

"Es mejor, compañero, 
dejarse ya de guerras y políticas, 
los Estados Unidos y los rusos, 
y acordarnos en cambio del abuelo 
sentado, bajo un chopo o una higuera, 
con cara de barbecho, silencioso. 
Ayúdame a amarrar las cruces de este andamio, 
ten precaución, sujeta fuerte, no sea 
que por mirar un pájaro pararse 
o una muchacha hermosa en su ventana, 
no queden bien seguros estos postes. 
Ata fuerte las sogas por los nudos, 
los amarillos puños del esparto, 
que a lo peor, cuando estemos arriba, 
perdemos pie de pronto trabajando 
y no sirve la fuerza y nos caemos." 

No era aquél el momento 
de censurar los tiempos, tan difíciles, 
sino de levantar aquel andamio 
mientras el sol mandaba por las calles. 

"Compañero, 
es mejor ver el trigo allá en los campos 
que ver fundir el oro, 
es mejor irse al puerto de los barcos de vela 
que al de los submarinos; 
pero agarra, 
vamos a ver si atamos este andamio 
mucho mejor que aquel del accidente 
cuando murió el compadre de las barbas 
--en paz, amigo mío-- 
que fue bueno y de Dios, que era creyente 
para no ser tan pobre como era. 
Ata fuerte las sogas por los nudos, 
los amarillos puños del esparto..." 

Allí no se trataba 
de pasarse de listos ni de tontos 
sino de atar mejor aquel andamio 
y comprender que el más sabio es el tiempo. 

- . - . - 

Eladio Cabañero. En Poesía última (Eladio Cabañero, Ángel González, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún, José Ángel Valente). Selección y nota preliminar de Francisco Ribes. Taurus Ediciones: 1ª ed. 1963; 3ª ed.: 1975. Madrid (España), 1975. Pp. 32-33.

1 comentario:

  1. Que hallazgo un poeta del oficio.
    Los piecitos arrastrando sobre el tablón, que el clima acompañe y los números cierren.

    Un abrazo.

    Ceferino.

    ResponderEliminar