Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Un poema de José Ángel Valente

José Ángel Valente

SÓLO EL AMOR

Cuando el amor es gesto del amor y queda 
vacío un signo sólo. 
Cuando está el leño en el hogar, 
mas no la llama viva. 
Cuando es el rito más que el hombre. 
Cuando acaso empezamos 
a repetir palabras que no pueden 
conjurar lo perdido. 

Cuando tú y yo estamos frente a frente 
y una extensión desierta nos separa. 
Cuando la noche cae. 
/ Cuando nos damos 
desesperadamente a la esperanza 
de que sólo el amor 
abra tus labios a la luz del día. 

- . - . -

José Ángel Valente. En Poesía última (Eladio Cabañero, Ángel González, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún, José Ángel Valente). Selección y nota preliminar de Francisco Ribes. Taurus: 1ª ed.: 1963; 3ª ed.: 1975. Madrid (España), 1975. Pág. 182. 

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