Huyen del pozo
y resuenan en la memoria.
La memoria,
esa lechuza ciega huyendo a refugiarse en un arbol hueco.
Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.
Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.
Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.
Espléndido, delicadísimo poeta "lárico". Se le dio por morirse cuando iba a conocerlo peronalmente, en una ya remota Feria del Libro de Baires. Atesoro como una joya su "Hotel Nube", ediciones LAR, Concepción, Chile. Gracias por traer aquí a este gran poeta de los lares. Jorge Ariel Madrazo.
ResponderEliminarEstos poetos... ¡morirse justo antes qe de lo conocieras! ¡Que mala fé! Estos textos los extraje de la antología Crónicas del Forastero, de la coleccion Musaarisca, editorial Colihue. Gracias a vos Ariel por venir a leer a este rinconcito fragante!. Y si, Teillier ha sido grandemente disfrutado, debía venir con nosotros bajo la rosa china!! Un abrazo.
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