Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

lunes, 1 de abril de 2013

Un poema de William Butler Yeats

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LOS ERUDITOS


Calvas cabezas que olvidan sus pecados,
Respetables cabezas, eruditas y viejas,
Editan y anotan esos versos
Que jóvenes inquietos en sus lechos rimaron
En desesperación de amor,
Para adular la belleza ignorante.

Arrastrando los pies y tosiendo en la tinta
Gastan la alfombra con sus pasos.
Todos piensan aquello que otros piensan,
Todos conocen el hombre que el vecino conoce.
Señor, ¿qué habrían de decir?
¿Fue así que su Catulo caminara?

- . - . -

William Butler Yeats: Los cisnes silvestres de Coole. En William Butler Yeats: Antología poética. Introducción, selección y traducción por E. Caracciolo Trejo. Espasa-Calpe. Madrid (España), 1984. 

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