VISITANTES ILUSTRES
/ Supongamos
que en la casa de tu mente
aparece Monet,
/ paseándose
desde la hora del día que nace,
considerando el exacto
sentir del aire,
la temperatura, el renovado
deslizarse de la luz,
/ y tú
atento a su respiración,
contenida para no herir
los paisajes que crea,
crea y estudia, estudia.
Una leve
vuelta sobre ti mismo
y ya habrá otro, ahora un viejo,
quizás el rostro burlado
del caballero de Seingalt, ruinas
de aquel vigoroso ejemplar,
/ Casanova
desahogándose con blasfemias, soliloquios
que recomponen intrigas, seducciones.
Y de nuevas vueltas
nuevas presencias, algunas
más perversas,
difíciles de expulsar,
tenazmente aferradas, molestas.
En la casa de tu mente,
donde puedes, asimismo,
darles ánimo, órdenes,
someterles cuestiones
y responderles,
y que no es enemiga de nadie
ni amiga parcial de nadie,
y que te empuja,
sólo te exige
recibir sus visitas,
como una de ellas, William Blake,
aceptaba la imaginación,
/ al pie de la letra.
(1968)
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