Montañas y ríos sin fin
Luego de hacer el amor, somos como ríos
que descienden de la cima de las altas cumbres.
Permanecemos en la quietud, nos movemos
tranquilos en la profundidad del peligro
dos ríos penetrando el océano
serenos, como si nada tuviera importancia:
sosegadamente, pero con gran energía
confluyendo en las aguas cada vez más profundas.
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