Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Un poema de Niní Bernardello

Niní Bernardello


No hay salidas. No hay timbres 
ni certificados. 
Hay portales abiertos. Pero no hay 
ni una mano tendida. 

Cumple con tu día hambreándote

Él olvida el vino sagrado y las risas. 
Embotado camina y camina 
vendiendo un espejo, una sábana. 
Al llegar a la esquina se detiene, sudoroso. 
No alumbran los faroles secos. 
Roe el ratón su pan de madera. 
Bolsillo vacío, derramado tabaco, algunos 
fósforos, un boleto roto. 
Tu carta doblada, una llave ajena. 

Cumple con tu día hambreándote. 

- . - . - 

NINÍ BERNARDELLO. En Poetas argentinas (1940-1960). Selección y prólogo de Irene Gruss. Ediciones del Dock. Colección Pez náufrago. Buenos Aires, 2006. Pág. 70. 

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