Niní Bernardello |
No hay salidas. No hay timbres
ni certificados.
Hay portales abiertos. Pero no hay
ni una mano tendida.
Cumple con tu día hambreándote.
Él olvida el vino sagrado y las risas.
Embotado camina y camina
vendiendo un espejo, una sábana.
Al llegar a la esquina se detiene, sudoroso.
No alumbran los faroles secos.
Roe el ratón su pan de madera.
Bolsillo vacío, derramado tabaco, algunos
fósforos, un boleto roto.
Tu carta doblada, una llave ajena.
Cumple con tu día hambreándote.
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