Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

martes, 24 de febrero de 2015

Un poema de Juan Gelman

Juan Gelman 


LA MUCHACHA 

Algo amenaza a la muchacha 
cuando ella se visita el amor. 
Cataratas de frío/ 
viento que duele como piedra/ 
lejanías de la alta vida/los 
planetas que empuja la cuchara 
y giran mudos en la sopa. 
Sube la noche/toca 
su lucecita dulce/encorva 
las espaldas para que no se apague. 
En otro perfecto mundo/ella/ 
danza, y el color. Cuánto de sueño/ 
mucho/desplomado 
en sábanas solísimas. 

JUAN GELMAN. Mundar. Ed. La Página, 2011. Buenos Aires (Argentina). Pág. 92. 

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