Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

jueves, 14 de mayo de 2015

Un poema de Elizabeth Azcona Cranwell

Elizabeth Azcona Cranwell


PERMANENCIA 

El cielo es curvo y cierto de humedad 
cielo de confesiones incumplidas. 

Es en vano llenar de gestos nuevos los huecos de la tarde, 
adorar cada día un reflejo distinto, andar cazando vida muy lejos de la orilla del corazón. 

Mi soledad saqueada por amigos sonrientes ahoga por momentos su eterno descubrir. Y de mí triunfa siempre la nostalgia, esa ardiente insegura. 

Esto eres tú todavía, todavía tu intento insostenible, 
todavía tu rostro, la gran dulzura desesperada. 

El amor envejece y tu voz precipita el desasosegado atardecer. 

En el colmo del tiempo volveré a dedicarme a tu mirada. 

El amor rozará muchas veces el borde de las noches. 

No te destruirá. 

- . - . - 

ELIZABETH AZCONA CRANWELL. Tomado de Poesía Buenos Aires. Edición facsimilar. Tomo II (1956-1960). Biblioteca Nacional. Buenos Aires (Argentina), 2014. Pág. 100. 

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