Por tus ojos encendidos
y lo mal puesto de un broche
pensé que estuviste anoche
jugando a juegos prohibidos.
Te odié por vil y alevosa:
te odié con odio de muerte:
náuseas me daba de verte
tan villana y tan hermosa.
Y por la esquela que te vi
sin saber cómo ni cuándo,
sé que estuviste llorando
toda la noche por mí.
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